Las ilusiones se
prestaron para esa situación. Días antes ya me había imaginado la historia
perfecta para esos personajes, ella radiante y confiada y el cómo alguien
simplemente cálido y protector. Ignoraba las alertas mentales que me decían que
debía entender que estoy en una realidad a veces chocante y poco delicada. Que
no siempre (por decirlo de algún modo) todo lo que deseamos se cumple, y bueno
es cierto. Las estadísticas y ése destino despiadado y a veces controlador me lo han
comprobado algunas veces. Sin embargo, era parte de la imaginación que siempre ronda en mí y que no tiene miedo a equivocarse, esa imaginación aventurera que siempre me dice que
vaya por allí retando a la vida y a sus presuntas pruebas. Era mañana. No lo
vi, el tampoco me vio. La imaginación fue volando hasta que llegaron a estar
juntas con la realidad. Nada fue como había estado planeado, el destino es muy
flexible e inesperado y cuando menos te lo esperas está allí demostrándote que
cualquier hecho, puede ser el inicio de una gran historia. O al menos, de una
que vale la pena recordar.