He escuchado
decir muchas veces esta frase: “no dejes que tu miedo pueda más que tú” y la
verdad que han sido tantas que hasta empecé a tenerle miedo a ese “miedo” hasta
que decidí ser indiferente a lo que muchos decían y a lo que significaba esa
palabra. Siempre he amado soñar a escondidas, ocultar mis sueños tras sonrisas
fugaces, dibujar esos mañanas perfectos que si no son reales pueden serlo en mi
mente, ahí nadie interviene, un mañana en donde pueda escribir una historia
diferente, donde pueda recordar el ayer con un respiro de alivio, de
experiencia, de aprendizaje, y caminar hacia adelante sin arrepentirme da nada.
Que cada palabra que haya dicho de corazón la recuerde como una tarea cumplida,
y que no vengan lamentos por algo que en su momento desee hacer. Buscar en cada
detalle un motivo más para decidir ser feliz. No ignorar a los que necesitan
hablarme. Un mañana en donde sienta que el destino se convirtió en mi aliado
para sentir un día mejor, donde pueda cerrar los ojos y sólo imaginar que hoy
sólo vale reír y soñar. No hay lágrimas, no hay lamentos, sólo hay esperanza,
fe, y sueños por cumplir, que vendrán y que serán tu mejor anécdota para
recordar.