Era 1993. Me abrazó fuerte, y al oído me dijo dos palabras que aún guardo con recelo. Nos miramos y en aquel preciso instante sentí que él sólo pedía un momento más a mi lado. De repente él y yo éramos cómplices de una historia secreta, una historia en la que al fin podría sentirme plena, aliviada, en paz y a su lado. El silencio también participó de esta aventura, que hace tanto tiempo había deseado con todas las fuerzas de mi corazón. Entonces fue donde me di cuenta y reaccioné ante aquella señal. Ambos pedíamos estar juntos, lo único que escuché en ese momento fue “no te vayas”, y no me fui. Recordé nuestros momentos y sólo decidí devolver ese dulce abrazo que me regaló aquél martes de abril.
2 comentarios:
Que linda historia, me gusta mucho la parte en la que dices "El silencio también participó de esta aventura".. Te sigo, para continuar leyendote!
¡Muchas gracias!, te mando un abrazo a distancia y mucha buena vibra para ti.
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