21 de agosto de 2010

ADIÓS


Él, conservando aquella sonrisa que siempre la había enamorado, le dice que nunca la podrá olvidar, que siempre le encantó aquel vestido lila que la hacía ver radiante los doces de cada mes. Ella junto con una lágrima sonríe. Nunca podrá borrar de su recuerdo los dos meses inolvidables que pasaron juntos en aquella cabaña, aquellos dos meses que compartieron más que sus vidas. Nunca olvidará los absurdos chistes que hacía para convertir aquel típico lunes laboral, en el comienzo de una semana increíble. Aquel pastel de vainilla que él adoraba y que aún siente el sabor entre sus labios. (Ella sólo lo escucha). Es imposible dejar atrás el pasado y arrancar la herida de un adiós absurdo, incoherente, fatal que hoy se termina. Ya es tarde, sólo quiero irse rápidamente antes que él mismo se odie por hacerlo más difícil. Ella no lo deja, le dice que su partida no tiene razón y le pide a Dios que le dé una segunda oportunidad para comenzar desde cero, desde nada. Es imposible. La miró por tres segundos, mirada que ella aún conserva en su memoria, y luego cerró sus ojos. Hoy se cumplen seis meses de su muerte.

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